Existen dos tipos de motivación: la motivación intrínseca y la extrínseca. La primera es como una chispa que surge desde adentro, cuando haces algo porque te gusta y te llena de satisfacción personal. Imagina que eres un gamer y pasas horas jugando, no porque alguien te premie, sino porque simplemente te encanta y te sientes bien haciéndolo.
Por otro lado, está la motivación extrínseca, que es cuando buscamos obtener algo a cambio, como recompensas o evitar castigos. Por ejemplo, estudiar para un examen solo porque tus padres te han prometido un premio si sacas buena nota. Aquí la motivación viene de afuera, no es porque ames el estudio, sino por lo que ganarás al final.
Aunque para la música lo ideal sería que solo se necesitara la motivación intrínseca, a veces la motivación extrínseca puede ser un impulso en algunas situaciones. Pero cuidado, no podemos basarnos siempre en la motivación externa. Es importante cultivar la motivación intrínseca porque esta también se puede desarrollar:
Aquí te dejamos algunas herramientas para el desarrollo de la motivación intrínseca:
Haz un vídeo de la canción que estás empezando a aprender y graba cada semana tus progresos. Cuando te salga la pieza, haz un vídeo cronológico para ver cómo tus esfuerzos han valido la pena.
Revisa vídeos de conciertos anteriores.
Al final de cada práctica busca algún elemento que hayas mejorado, por pequeño que sea, porque nuestra evolución recae precisamente en estos pequeños pasos.
Piensa en lo que te aporta la música como persona y conecta esto con otras situaciones de la vida.
Valora mucho el esfuerzo que pones en la práctica diaria. Tener el valor y la energía para enfrentar cada día alguna dificultad y vencerla con paciencia te ayudará a lograr todo lo que te propongas.
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